Compartiendo vida

Por Sarahí Piñate

"Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro" 

John Fitzgerald Kennedy

Si caminamos por las calles de cualquier cuidad o pueblo de la actual Venezuela nos damos cuenta de la decadencia en la que estamos viviendo, producto de conflictos ocasionados por políticas causantes de la escasez que hacen que la escala de Maslow quede fuera de contexto, eso de las necesidades básicas quedó en el olvido. Aquella Venezuela próspera, de grandes riquezas y atractivos económicos y turísticos quedó atrás, en el recuerdo de aquellos venezolanos y extranjeros que la vivieron, pero desconocida para los niños y niñas del futuro de estas tierras.

El hacer largas colas por un poco de comida o hurgar en la basura para llevar algo al estómago, son el panorama común. La delgadez producto de la pérdida de peso se ve en las caras tristes, lánguidas y angustiadas del que anda a pie, 8 kilos en promedio se estima porque las estadísticas oficiales se escondieron. Es que ya no hay azúcar, aceite, harina, carnes, etc. La inflación se come lo que no podemos comer, lo que antes era común comer, hacer o comprar, son lujos que unos pocos se pueden dar.

Enfermarse incluso hasta de una simple gripe, resulta una dificultad, porque en los hospitales la precariedad se ha convertido en el común y en las farmacias poco es lo que se ve, quizás ya normalizado por la sociedad, pues son varios años que el antibiótico o el analgésico, entre otros, no se ven.

Sin embargo, hoy existe una nueva condición que antes no era tan común y que ahora da de que hablar, se ve en los hospitales, las escuela, los barrios, en el hacer común de todos nosotros, la desnutrición, que afecta en especial a los niños. El periódico de la actual Venezuela -el de boca en boca y las redes sociales-, cuentan como fallecen niños en los hospitales y se desmayan en las escuelas, representando un deterioro de la nueva generación.

El futuro de Venezuela se está quedando atrás, está en desventaja, no solo con respecto a los niños del resto del mundo, sino con respecto a la generación de niños que hoy somos adultos. Si bien sabemos que este es un conflicto generado por malas políticas, que además deben ser resueltas por el gobierno, bien sea aumentando la producción de bienes y servicios, generando una distribución equitativa de los recursos, los venezolanos no somos de los que se quedan brazos cruzados.

Como nutricionista percibo a diario está problemática y veo como cada vez se suman más iniciativas de los que se preocupan por mejorar la situación de nuestro país. Siempre me ha importado la infancia y tengo la convicción que es una etapa esencial en la vida de la personas y de una nación. Es por ello que al seguimiento que hago de fundaciones y proyectos por el bien común de la niñez, el que más me ha llamado la atención ha sido el de Ana Isabel Otero o mejor conocida como Anaisa, como la encontramos en las redes sociales, a través de ellas he podido percibir como creó la Fundación Comparte Por Una Vida, liderada por ella misma y con un equipo de trabajo.

En mi inquietud por saber más sobre lo que hacen, decidí contactar con su equipo de trabajo, quien amablemente Marianella me comentó que reciben donaciones de alimentos, suplementos nutricionales, pañales, productos de higiene y ropa de los venezolanos que se encuentran en diferentes rincones mundo, ellos clasifican todas estas donaciones para ser entregados a los niños de diferentes partes del país.

La fundación hasta ahora ha logrado llegar a 34 hospitales, 7 casa hogares y 12 escuelas, y en cada institución tienen programas diferentes. En los hospitales entregan suplementos nutricionales, módulos de proteínas y fórmulas lácteas con el fin de que la pérdida de peso de los niños que se encuentren hospitalizados, no sea la causante del agravante de la enfermedad por la que se encuentra allí. En las casas hogares entregan la ropa, artículos de higiene, teteros, leche y fórmulas lácteas y para las escuelas tienen un programa de meriendas donde se les garantiza a los niños al menos una comida al día, esto con la ayuda de restaurantes aliados y con las donaciones de alimentos para la preparación de las comidas necesarias..

Todo este proceso además requiere de toda una gestión y liderazgo, ya que por tratarse de instituciones públicas, en especial los hospitales, puede ser difícil entrar en ellos, es por eso que antes de entregar las donaciones realizan un primer contacto con los directores de cada institución, que además les permitirá conocer cómo funciona y a cuántos niños atiende. Además gestionan con las nutricionistas de los hospitales las necesidades de suplementos y fórmulas para ser entregados de forma equitativa.

Para mí Anaisa y su bella iniciativa, que ya hoy en día es una fundación, resulta inspirador y que ha movido la conciencia de miles de venezolanos, incluso en otras fronteras. Es un gran ejemplo de que a pesar de las adversidades y las carencias se pueden hacer grandes cosas por los otros, por comprender su necesidad y ayudar a mejorar su caminar, porque un niño hace la diferencia comparte por una vida.

Este texto forma parte de FUNICONCURSO "Publicación Solidaria" 4ta edición de FUNIBER (Fundación Universitaria Iberoamericana)  www.estudiarenfuniber.com

© 2016 Sarahí Piñate, Lcda. en nutrición y dietética. Caracas, Venezuela
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